Quedaste agotado después de leer ese libro. Ahora, lo mirás con desprecio sobre el escritorio, mañana lo pondrás nuevamente en el estante, antes lo abrirás, repasarás una que otra página, lo volverás a cerrar ofuscado.
Levantás las cobijas y te frotás los párpados mientras volteás desde el talón primero un zapato, de inmediato el otro, y apoyás por primera vez en la noche los pies en la madera. Hace frío, ahora lo notás, o es el cansancio. Nada mejor o peor que ese desvestirse y mirarse así, semidesnudo, libre de botones, el cinturón que apretaba la cintura, los calcetines dentro de cada zapato. Ahora el techo, las paredes, el último cigarrillo con aliento a menta y lo que quedó de la boca pastosa antes de la higiene. Recordás que dejaste la copa de ron y de un salto salís de la cama, llevás la copa a la cocina, le das un enjuague superficial; no soportás el olor ni el aliento a alcohol, apenas el de un cigarrillo que supuestamente va a relajarte o te podría llevar al sueño. Seguís pensando en el libro, se te ocurren reflexiones que nunca anotarías pero quedan, van quedando mientras aplastás la almohada e intentás que el arco de la nuca entre en esa concavidad.
Añorás el coito, un cuerpo, aunque más no sea este, ese o aquel. Y te das vuelta. Programás ahora la alarma del celular, por si acaso, para no levantarte abombado ni después de hora. No lo apagás nunca; que molesten.
Una moto chirría el asfalto allá afuera; alguien pega un grito. La ventana. Hora de ir a mirar por la ventana. El cielo está blanco otra vez, pura escenografía. Descalzo, semidesnudo, empezás a elucubrar y a mirar las cosas de un modo igual a la fascinación. La noche es más cambiante que la germinación del poroto, pensás y te reís; que engendrar un hijo.
Bajás la cabeza y exhalás.
**
Inédito, de Piezas mínimas
Páginas
Uno debería ser siempre un poco improbable.
Oscar Wilde
Oscar Wilde
jueves, 26 de enero de 2012
jueves, 19 de enero de 2012
El sol que insiste
¿Habrá que apagar esa vela
sin resignación,
como sorpresa apagar
esa vela,
retirar los ojos
a descanso,
aquietar el alma?
¿Habrá que dejar
de morir de amor,
habrá que dormir? ¿Despertar
y ver
el sol de vuelta?
¿Mirar, y mirar
y mirar el sol, de
vuelta?
sin resignación,
como sorpresa apagar
esa vela,
retirar los ojos
a descanso,
aquietar el alma?
¿Habrá que dejar
de morir de amor,
habrá que dormir? ¿Despertar
y ver
el sol de vuelta?
¿Mirar, y mirar
y mirar el sol, de
vuelta?
martes, 10 de enero de 2012
El hormigueo
Sol de invierno
insiste
como un amante genuino
tiñe ramas apretadas
tallitos de paraíso
lame mi corazón
como a la hojarasca.
insiste
como un amante genuino
tiñe ramas apretadas
tallitos de paraíso
lame mi corazón
como a la hojarasca.
domingo, 1 de enero de 2012
Lo que puede la rosa
Esa rosa casi abierta tiene un pétalo
abierto en su totalidad,
con una inclinación acentuada que
me invita al baile.
Viejísimo e inédito
abierto en su totalidad,
con una inclinación acentuada que
me invita al baile.
Viejísimo e inédito
jueves, 29 de diciembre de 2011
LA SOGA
La soga es el vacío
de donde cuelgo, me aferro
al vacío como la soga segura
de mí. Apenas raspa
cada vez que
me abalanzo o tiemblo, el vacío
sostiene mi forma única
de andar, hay vértigo donde
sobra espacio, mi miedo
se pierde cuando cada hilacha
afloja el sentido
concreto de la perduración. La soga
no depende. He preferido atarme
a eso.
De Solo de contralto
de donde cuelgo, me aferro
al vacío como la soga segura
de mí. Apenas raspa
cada vez que
me abalanzo o tiemblo, el vacío
sostiene mi forma única
de andar, hay vértigo donde
sobra espacio, mi miedo
se pierde cuando cada hilacha
afloja el sentido
concreto de la perduración. La soga
no depende. He preferido atarme
a eso.
De Solo de contralto
lunes, 26 de diciembre de 2011
O brigado, Brasil!
De la revista Rascunho
Entropia
Esta melancolia, esta ternura vã,
a dor rareia — como se se tratasse de um gás.
Me asfixio, me dissipo,
água não é possível,
precipita,
nenhum remédio.
a boca de desfaz. Não falo mais.
Traducción: Ronaldo Cagiano
***
ENTROPÍA
"me deliro, me desplumo"
Alejandra Pizarnik
Esta melancolía, esta ternura vana,
el dolor enrarece _como si se tratara de un gas.
Me asfixio, me esfumo,
no hay agua posible,
precipita,
no hay remedio,
la boca se deshace. No hablo más.
De Solo de contralto
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Para leer Rascunho, aquí
Entropia
Esta melancolia, esta ternura vã,
a dor rareia — como se se tratasse de um gás.
Me asfixio, me dissipo,
água não é possível,
precipita,
nenhum remédio.
a boca de desfaz. Não falo mais.
Traducción: Ronaldo Cagiano
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ENTROPÍA
"me deliro, me desplumo"
Alejandra Pizarnik
Esta melancolía, esta ternura vana,
el dolor enrarece _como si se tratara de un gas.
Me asfixio, me esfumo,
no hay agua posible,
precipita,
no hay remedio,
la boca se deshace. No hablo más.
De Solo de contralto
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Para leer Rascunho, aquí
sábado, 24 de diciembre de 2011
Más pudorosos que Dios
De archivo
DICHOSOS los que baten palmas
y hacen ruido con los pies,
y contestan a los títeres, al
actor que bromea y ríen,
dichosos
el sordo que canta y silba
y el ciego afinado que mueve su cuerpo
y apunta su cara al cielo.
Dichosos los que saludan
por la calle,
bailan, sueltos
de andar, de nada para perder,
más pudorosos que Dios,
sinvergüenzas, dichosos.
Dichosos los que copulan
dormidos, y al despertar
copulan despiertos,
los viejos que charlan con
sus atadillos, y se burlan de las palomas
y del frío.
Dichosos los que lloran
porque son tristes
y los que ríen cuando
la lluvia empapa lo puesto
a secar, dichosos
el rojo, el azul y el amarillo.
De La dicha (2004), recopilado en La mitad de la verdad (2008), ambos en bajo la luna editorial.
DICHOSOS los que baten palmas
y hacen ruido con los pies,
y contestan a los títeres, al
actor que bromea y ríen,
dichosos
el sordo que canta y silba
y el ciego afinado que mueve su cuerpo
y apunta su cara al cielo.
Dichosos los que saludan
por la calle,
bailan, sueltos
de andar, de nada para perder,
más pudorosos que Dios,
sinvergüenzas, dichosos.
Dichosos los que copulan
dormidos, y al despertar
copulan despiertos,
los viejos que charlan con
sus atadillos, y se burlan de las palomas
y del frío.
Dichosos los que lloran
porque son tristes
y los que ríen cuando
la lluvia empapa lo puesto
a secar, dichosos
el rojo, el azul y el amarillo.
De La dicha (2004), recopilado en La mitad de la verdad (2008), ambos en bajo la luna editorial.
martes, 20 de diciembre de 2011
MADAME FLAUBERT
El maestro se acerca al pollerón plisado
y roba del bolsillo el pañuelito
de su madre. Llora
como una mujer, y le pide a Dios
fortaleza, misericordia,
que lleve a esa mujer con Él.
Aprieta la puntilla
del pañuelo y llora;
desearía correr a la estación de trenes,
hundirse en la niebla, en el humo pero aquí,
en la campiña, esas cosas no ocurren,
se muere de otra cosa,
se muere de cosas pequeñas.
Bajo un árbol, sencilla,
Madame Flaubert descansa.
Inédito
y roba del bolsillo el pañuelito
de su madre. Llora
como una mujer, y le pide a Dios
fortaleza, misericordia,
que lleve a esa mujer con Él.
Aprieta la puntilla
del pañuelo y llora;
desearía correr a la estación de trenes,
hundirse en la niebla, en el humo pero aquí,
en la campiña, esas cosas no ocurren,
se muere de otra cosa,
se muere de cosas pequeñas.
Bajo un árbol, sencilla,
Madame Flaubert descansa.
Inédito
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