i
Caminaba siempre de su mano.
Lo abandoné.
El lazarillo tenía –siempre–
otro punto de vista.
**
ii
La calma en un ojo,
la ira en el otro ojo. Extraña
observación
de un hecho.
**
iii
Ama la nitidez
con que ve texturas.
La contradicción es seria:
¿por qué no toca?
**
iiii
Edipo hundió los ojos
de su madre. Desde ese día
los dos caminan por el mundo
abandonados.
**
iiiii
El contraste: la pasión
de Heráclito.
**
iiiiii
Absoluto: una mirada
incompleta.
**
iiiiiii
Nauseabundo el mirar
sólo carroña.
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iiiiiiii
Quién dijo que la ceguera
aquieta. Que ver las cosas
calma.
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iiiiiiiii
El dolor ve.
La alegría ve.
Ninguno
oculta.
**
El ciego descubre
que le han mentido. La luz
no estaba aquí,
el color no era éste.
Lo supo por desilusión
y olfato. Ahora
dice que ve. Y tampoco es cierto.
*
De En el brillo de uno en el vidrio de uno (Ed. La Bohemia), recopilado en La mitad de la verdad, bajo la luna editorial, 2008.
estos poemas... los de éste libro, son de una increíble síntesis reflexiva... un gusto releerlos.
ResponderEliminarChas gracias, don. Mi abrazo, Irene
ResponderEliminarEscribir lo que se ve. Leer esto es un gusto sra. Gracias... No veo las horas de tener un espacio de huida del horario de trabajo y me consigo la mitad de la verdad... que es lo único que se consigue siempre no?
ResponderEliminarSaludos
Arcadia
Gracias, Arcadia. Creo que es el único, sí. Mi saludo, Irene
ResponderEliminarMagnífico texto
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