lunes, 27 de mayo de 2013

Torcés la anécdota


Se trata de aliviar el lado sufriente de las cosas,
mirar hacia otro lado. Él llama a esa insulsa y a vos te dice
cortala, y vos
intentás disipar la niebla escuchando a los pájaros.
Ese árbol, allá, un lado de tu cabeza te pide
hacé un objeto estético, 
decís ahora no, después, más tarde, cuando la bruma pase
como la de la mañana temprano;
O cuando te vas y tus hijos preguntan, preocupados, ¿hablaste con alguien?; les mentís amablemente,
torcés la anécdota.
Leés a una chica moderna, escribe con violencia, como si la molieran
a palos o tuviera un dolor de encías insoportable. ¿Para qué esto?, ¿lo ves?
Descifrás, abrís esa caja donde el aire cabe
y exhalás, tranquila. 
El mar no ruge, no brama ni aúlla, no tiene furia ni 
es sereno o plateado o verde o azul;
es más pequeño que Dios.
Lo que importa ahora es disipar la niebla.

Inédito   

sábado, 18 de mayo de 2013

A fuerza de amor al mar


Mascarón de proa,
rígida como aleta del pez
sostengo un navegar a pura fe, sin destino más que
el llegar a tablas.
No hubo entonces drama
o naufragio; tu madera es
ese cartílago del que la carne se suspende
y avanza lejos,
atontada por las olas, enceguecida
por ese llegar
a santo de qué, vida,
sino largar espuma al costado
envejecer crujiendo, carcomiendo el esmalte
de una estampa, supuesta
protectora de la nave.
Pero suave
cartílago, erguido a fuerza
de amor al mar
ahora eres una
madera vieja que pasa
de un golpe del agua a otro
y te sostienes, mascarón,
a proa...

Inédito

lunes, 13 de mayo de 2013

Lía


Tu nombre está incrustado en el nombre de
tu madre como una i, se adosa
cual baba pegadiza y blanca
a modo de reparación de una escultura rota.
Tiempo y viento han quebrado
tus pecados y los míos,
¿terminé de pagar?, pregunto
a Dios por mis pecados,
adiós, adiós, madre infinita inmortal
quebrada tu cabeza
incrusto mi nombre en punto
como una i delgada
antes de morir
qué me has dado en nombre de
Dios, padre generoso.

Inédito