Tiene problemas con su lenguaje:
habla y no se le entiende,
escribe y no se le entiende.
Ironiza, da todo
por sentado, cree que lo que ve
es simple,
claro,
nada fácil para traducir.
Por ejemplo, mira la luz
natural:
la conmoción no le basta.
Pide un vínculo,
no sabe, no puede retener
sólo palabras
ni solamente
hechos,
luces,
delicadas luces.
De La luz en la ventana (El Escarabajo de Oro, 1982), recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna editorial, 2008).
Páginas
Uno debería ser siempre un poco improbable.
Oscar Wilde
Oscar Wilde
miércoles, 31 de agosto de 2011
martes, 30 de agosto de 2011
sábado, 27 de agosto de 2011
Como ese hilo tendido...
Como ese hilo tendido
desde la rama hasta la hoja,
que no es de araña ni seda,
de agua parece,
un cordel imperfecto
seguro hasta combarse,
así la tranquilidad.
para Hugo Luna
De La dicha, recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna editorial, 2008).
desde la rama hasta la hoja,
que no es de araña ni seda,
de agua parece,
un cordel imperfecto
seguro hasta combarse,
así la tranquilidad.
para Hugo Luna
De La dicha, recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna editorial, 2008).
martes, 23 de agosto de 2011
El único conversador
Sólo en la tumba
una está a sus anchas, dijo
la muerta.
Allí el cuerpo retoza
y el alma pide a gritos silencio.
Sólo en la tumba
una se desplaza y siente
por primera vez
la frescura del barro, la
ilusión
de que el único conversador
puede ser
el olvido.
De La calma (Libros de Tierra Firme, 1991), recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna editorial, 2008)
una está a sus anchas, dijo
la muerta.
Allí el cuerpo retoza
y el alma pide a gritos silencio.
Sólo en la tumba
una se desplaza y siente
por primera vez
la frescura del barro, la
ilusión
de que el único conversador
puede ser
el olvido.
De La calma (Libros de Tierra Firme, 1991), recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna editorial, 2008)
sábado, 20 de agosto de 2011
Él
Parecido al miedo de enfrentar el día. Abedules,
como morir en medio de abedules,
nieve sucia y humo; el aliento lejos, ilegible,
como el silencio de las campanas un domingo a las once,
nada que revelar; parecido a la culpa.
De Poemas irresueltos. Inédito
como morir en medio de abedules,
nieve sucia y humo; el aliento lejos, ilegible,
como el silencio de las campanas un domingo a las once,
nada que revelar; parecido a la culpa.
De Poemas irresueltos. Inédito
sábado, 13 de agosto de 2011
Sissí la emperatriz
I
La que cantaba y decía
a los gritos decía
¡yo no soy ésta, es la fuerza del destino!
ve caer las cuentas de su collar,
de a una saltan como niñas por el pasto
hasta quedar quietas, todavía dice
es la fuerza, es la tosca
fuerza del destino,
y el hilo del collar cierra
su garganta.
II
Y sin embargo la que cae
como canto a rodar, como guijarro humilde repite
yo no soy cuenta de nadie,
como piedra que se envuelve en brillo
y a lo largo de la tanza pide más cuerda,
no esta danza asmática en el agua,
pide canto.
III
Muerte de la emperatriz, Sissí,
corrías como niña por el prado, por los Alpes,
Sissí, y yo me quedé mirando
pobremente tu diadema,
era niña, Sissí,
una que no contaba.
De Poemas irresueltos, inédito
miércoles, 10 de agosto de 2011
Contra la gangrena
Tensa como un pavo real a punto de
abrir la cola magnífica
con ese gesto altanero, su plumaje, quitó
con un peine fino
los pocos piojos que había en el pubis,
colocó chinches estratégicas en algunas fotos, mala superchería,
alquiló un mantón enorme y negro con flecos hasta el piso
y se puso a responder el epistolario:
“Víctima de mi suicidio
salí a respirar aire puro”, escribió, “e
ilusa, hasta habían chupado el agua
en el lago del parque”. La brutalidad del texto
era parecida a la tensión: a qué se debían
esas ganas de reírse del mundo;
no lo sabía.
No, todavía no.
Así que devolvió aquel mantón dramático
y pasó la lengua
sensualmente por el borde
gomoso de la correspondencia,
quiso probar
sin sensatez ni oprobio
ni oquedad
eso que la gente hace,
así de sencillo,
cuando no ha muerto.
De La calma (Libros de Tierra Firme, 1991), recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna editorial, 2008)
abrir la cola magnífica
con ese gesto altanero, su plumaje, quitó
con un peine fino
los pocos piojos que había en el pubis,
colocó chinches estratégicas en algunas fotos, mala superchería,
alquiló un mantón enorme y negro con flecos hasta el piso
y se puso a responder el epistolario:
“Víctima de mi suicidio
salí a respirar aire puro”, escribió, “e
ilusa, hasta habían chupado el agua
en el lago del parque”. La brutalidad del texto
era parecida a la tensión: a qué se debían
esas ganas de reírse del mundo;
no lo sabía.
No, todavía no.
Así que devolvió aquel mantón dramático
y pasó la lengua
sensualmente por el borde
gomoso de la correspondencia,
quiso probar
sin sensatez ni oprobio
ni oquedad
eso que la gente hace,
así de sencillo,
cuando no ha muerto.
De La calma (Libros de Tierra Firme, 1991), recopilado en La mitad de la verdad (bajo la luna editorial, 2008)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)