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Uno debería ser siempre un poco improbable.
Oscar Wilde
Oscar Wilde
sábado, 26 de marzo de 2011
Pavesiana II
A la tarde bajan las gaviotas a la playa.
Pegan un grito crispado, hambriento.
El mar las recibe plácido.
Las gaviotas picotean en la orilla almejas o restos de
carnada que tiran los pescadores.
Los pescadores también bajan a esa hora
a la playa. Sus mujeres sienten frío
y se frotan las manos, las rodillas
pero esperan, tranquilas, la pesca.
Las gaviotas planean sobre el mar
que las seduce con un ruido húmedo,
demasiado húmedo.
Pasa un muchacho que trota por puro ejercicio.
Alguien se detiene, escucha
el grito de esos pájaros de mar blancos
y neutros. “Tienen hambre”, piensa,
“y luego de picotear planean satisfechos”.
Retoma su camino.
**
Inédito
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Precioso.No conozco el océano atlántico.
ResponderEliminarPero me imaginé y me hiciste vivir un atardecer en Buenos aires.
Francisco, puede no ser el Atlántico. Mi abrazo, Irene
ResponderEliminarMe refiero a que la ficción no es literalidad, Irene
ResponderEliminarToda Razón,Sólo lo imaginé.Será por que sueño con conocer Buenos aires y sentir el Atlántico.
ResponderEliminarUn atardecer sería dificil, verlo desde ese costado del mundo.Amanecer sería más lógico.
Me gustó eso de la ficción no es literaria.
Mi abrazo.