martes, 20 de diciembre de 2011

MADAME FLAUBERT

El maestro se acerca al pollerón plisado
y roba del bolsillo el pañuelito
de su madre. Llora
como una mujer, y le pide a Dios
fortaleza, misericordia,
que lleve a esa mujer con Él.
Aprieta la puntilla
del pañuelo y llora;
desearía correr a la estación de trenes,
hundirse en la niebla, en el humo pero aquí,
en la campiña, esas cosas no ocurren,
se muere de otra cosa,
se muere de cosas pequeñas.
Bajo un árbol, sencilla,
Madame Flaubert descansa.

Inédito

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