Lo bueno y lo malo que he perdido no ha sido arte
sino malentendidos: no saber oír,
trastabillarme;
raro cansancio hacía que diera cosas
por sentado: el abrazo;
hasta un puré era algo tan elaborado que evité pelar papas,
decir sí,
ya fuera por bueno
o malo, sin arte alguna, me equivocaba.
Después descubrí que el errar o el perderse
podrían ser lo mismo, un oficio extravagante. Pero el arte,
ah el arte, no es oficio
sino servir
un simple puré de papas, ni muy caliente
ni tibio.
A Mirta Rosenberg, a Elizabeth Bishop.
Inédito
No hay comentarios:
Publicar un comentario